Una cuenta maravillosa
Supongamos que existe un banco que le acredita a usted la cantidad de $86,400 dólares todos los días por la mañana. Esa cuenta no arrastra el balance día tras día; esto quiere decir que la cantidad de dinero que quede en la cuenta y no haya sido girada o gastada por usted, desaparece cada noche.
¿Que haría usted si existiera ese banco en la realidad?
Estoy seguro que su respuesta sería: “gastar cada centavo de esa cuenta, invertirlo o ponerlo en buen uso, ya que si no lo hago lo pierdo”.
Nosotros tenemos un banco así en nuestras vidas y ese banco se llama TIEMPO.
Cada mañana le acredita a usted 86.400 segundos y cada noche limpia, lo cual significa la pérdida de aquellos segundos que no fueron dedicados a un buen propósito. No hay balance que se transfiera para el día siguiente y no se puede sobregirar. Cada día hay un depósito nuevo de 86,400 segundos que se acaban al terminar el día. Si usted no invirtió esos segundos en algo que valió la pena, la pérdida es suya.
No hay regreso y no se puede girar sobre el depósito de mañana. Usted tiene que vivir en el presente, en los depósitos de hoy. Inviértalo de manera que usted le saque el máximo a cada depósito en términos de salud, felicidad y éxito. El reloj sigue el inexorable tic tac del día a día.
Hace unos días fui invitado a dictar una conferencia a la Asociacion de Alzheimer de Puerto Rico. Entre la audiencia tenía voluntarios que donan su tiempo a personas que han perdido la memoria y la conciencia por tan terrible enfermedad. Algunos dedican gran parte de su vida a atender a un esposo o esposa, a una mama o papa, a un hermano, a un familiar y algunos cuidan extraños a los que quieren ayudar. Todos enfrentan el reto, asumen la responsabilidad, dan el paso al frente que tanta falta hace en nuestra sociedad.
Esas personas invirtierten una gran parte de esos 86,400 segundos en un gran acto de caridad por el bien de otro ser humano. Y ahí estaban, desde temprano por la mañana para aprender como ser un mejor ser humano, como mejorar la atención a sus enfermos y como mejorar la donación de su tiempo a la humanidad.
¿Cuántas personas inteligentes no hacen nada con su tiempo? ¿Cuántas personas malgastan ese activo tan importante que es el tiempo? ¿Cuántas personas de pronto abren sus ojos y ven que han pasado setenta u ochenta años y no han dejado ninguna huella en la humanidad? ¿Cuál es el legado de sus vidas?
¿Cuántas personas son diagnosticadas con una enfermedad terminal que los mandará a la tumba en meses, semanas o días? Ellos saben que no habrán muchos más depósitos.
El viernes pasado, en un hospital donde me hice un chequeo, conocí a una dama que había perdido a su esposo médico en 18 meses debido a un cáncer en el cerebro.
Hace par de días, aquí en San Juan, Puerto Rico, un empleado de un canal de televisión de apenas 53 años se sentó con su familia a cenar y ofreció la invocación por los alimentos que iban a recibir. De repente, se desplomó encima de los platos frente a el, víctima de una bala perdida que le penetró el cerebro. Su familia, sentada en la mesa, sintió el pavor de una tragedia de tal magnitud.
Ese pobre hombre ya no tiene una cuenta de banco que le deposita esos segundos todos los días. Se acabaron los depósitos para él y todo lo que quedó fueron los 53 años que tuvo para invertir. Era un hombre decente, tenía un buen trabajo desde hace 20 años donde era muy querido por sus compañeros y una buena familia, así que invirtió bien esos depósitos diarios que recibió por 53 años.
Por eso no me canso de decir que tener la actitud correcta ante la vida es tan importante. La actitud es más importante que lo que le pasa a usted en la vida. Es más importante que el pasado, la educación, el dinero, las circunstancias que le ha tocado vivir, sus éxitos, sus fracasos o lo que otras personas piensen o digan sobre usted.
Todos cometemos errores. Siempre hay que recordar que toda moneda tiene dos caras. Antes de juzgar debe conocer todos los factores envueltos.
Lo importante es que cada día tenemos la habilidad de elegir la actitud que tendremos ese día. No podemos cambiar el pasado, no podemos cambiar el hecho de que las personas que están en nuestras vidas actuarán de una forma u otra. No podemos cambiar lo inevitable.
Lo único que podemos hacer es tocar la guitarra de la vida con las cuerdas que cada uno de nosotros tenemos. Esas cuerdas que todos tenemos son nuestra actitud y estoy convencido que la vida es 10 por ciento lo que nos pasa; el otro 90 por ciento es cómo reaccionamos ante lo que nos pasa. Es el caso de todo el mundo, amigos lectores, todos estamos a cargo de nuestras actitudes.
Inviérta esos depósitos diarios que recibimos en aquello que vale la pena. Haga algo de su vida, trate de ayudar a la humanidad, dígale a sus seres queridos cuanto los quiere, llame a su mamá o a su papá a menudo para saber como están. No se olvide de sus amigos y no los eche en el abandono. Al final del día esos segundos ya se perdieron y nunca más volverán. Use al máximo los segundos que -afortunadamente- se depositaron en su cuenta en el día de hoy, justo cuando está leyendo este artículo.
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