Alegoría
Charles
Baudelaire
Esta es una mujer
de rotunda cadera
Que permite en el vino mojar su cabellera.
Las garras del amor, las mismas del granito.
Se ríe de la muerte y la depravación,
Y, a pesar de su fuerte poder de destrucción,
Las dos han respetado hasta ahora, en verdad,
De su cuerpo alto y firme la altiva majestad.
Que permite en el vino mojar su cabellera.
Las garras del amor, las mismas del granito.
Se ríe de la muerte y la depravación,
Y, a pesar de su fuerte poder de destrucción,
Las dos han respetado hasta ahora, en verdad,
De su cuerpo alto y firme la altiva majestad.
Anda como una
diosa y tiende sultana,
Siente por el placer fe mahometana.
Y cuando abre los brazos, sus pechos soberanos
Demanda la mirada de todos los humanos.
Siente por el placer fe mahometana.
Y cuando abre los brazos, sus pechos soberanos
Demanda la mirada de todos los humanos.
Ella sabe, ella
sabe, ¡oh doncella infecunda!,
Necesaria, no obstante a la caterva inmunda,
Que la beldad del cuerpo es un sublime don
Que de cualquier infamia asegura el perdón.
Necesaria, no obstante a la caterva inmunda,
Que la beldad del cuerpo es un sublime don
Que de cualquier infamia asegura el perdón.
Ella ignora el
infierno y purgatorio ignora,
Y mirará por eso, cuando le llegue la hora,
La cara de la muerte en un tan duro momento,
Como un niño: sin odio, sin remordimiento.
Y mirará por eso, cuando le llegue la hora,
La cara de la muerte en un tan duro momento,
Como un niño: sin odio, sin remordimiento.
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